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viernes, 20 de agosto de 2010

Kobaron














Vayamos en coche hasta Kobaron, pasando Pobeña de largo. Una amena carretera local discurre entre eucaliptos, que clarean a veces permitiendo vislumbrar montes no tan altos ni tan lejanos como pudiera parecer en esa mirada rápida entre las curvas. Dejamos atrás Kobaron y nos dirigimos hacia los acantilados. Entre la maleza pueden verse dos hornos de calcinación, que se han ido vaciando de ladrillos refractarios.
Cerca del aparcamiento hay merenderos de madera y barbacoas de obra. Si nos acercamos a la barandilla, estaremos en el mejor observatorio de los patos en otoño. Tras viajar desde el otro lado del mar, los patos silvestres descansan durante el día en el agua, cerca de la línea de costa y, al atardecer, poco después de que el sol se oculte, salen hacia el interior, por el poniente, en agrupaciones como punta de flecha con decenas de individuos.
Como siempre aprovechando las mañanas para escapar a la playa o al monte, buscando libertad,esta vez a esta cala de roca a sacar unas fotos...

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